Tras la primera carrera de Superbike, se instalaban en la parrilla las motos de cilindrada media del Supersport. En ella destacaba, para los locales, Rattapark Wilairot. El Tailandés compartía con su hermano el honor de disputar la primera carrera mundialista en su patria.
La lucha prevista debía ser entre Kenan Sufuoglu, Jules Cluzel y Kyle Smith. El estadounidense Jacobsen también se quería añadir a la fiesta.
Las posiciones se intercambiaban continuamente, y la lucha entre Jacobsen y Smith permitió a Wilairot acercarse y engancharse en la disputa por la tercera plaza. Que lucharía con el estadounidense, ya que Smith pareció ceder terreno que más tarde recuperaría.
Al tiempo que Sofuoglu cometía un error y pasaba de la primera plaza a la quinta, Cluzel intentaba dar un tirón y escaparse de la moto naranja del local Wilairot, que había subido hasta la segunda plaza.
Mediada la carrera se redibujaba la situación, dado que Kyle Smith se iba al suelo y el grupo delantero se estiraba. De esta forma las plazas estaban separadas por una distancia de seguridad y nadie le podía disputar la plaza a nadie.
Un giro teatral a dos vueltas de la bandera de cuadros, en forma de avería mecánica, dejó a Jules Cluzel sin una victoria que por su trabajo mereció. Pero los caprichos del destino quisieron poner en bandeja de plata al piloto local la victoria en la primera carrera de la historia en Tailandia.
Ratthapark vivió dos vueltas interminables, pero supo aguantar la presión y mantuvo el ritmo para distanciarse de un Jacobsen que perdía la segunda plaza en la última curva, a manos del turco Sufuoglu. Sólo 0,032 segundos les separó en un final de infarto.
En sus declaraciones, Wilairot, dijo que era un día que “este es un día que los Tailandeses tienen que recordar para simpre”.
Un final de ensueño para el piloto y afición locales.