Tras la victoria de ayer Valentino se reafirma en su intención de luchar por el campeonato. Se siente bien, está fuerte y motivado para intentar seriamente su asalto a la décima corona, y la afición va a ser la ganadora. Sea cual sea el resultado.
Porque Valentino es Valentino, y nadie como él ama las motos con la intensidad que él lo hace. Por eso sigue ahí, arriba, peleando con el calendario para seguir haciendo lo que más le gusta. Aprendiendo a cada temporada, modificando su estilo de pilotaje para adaptarlo a los nuevos diseños a los que obligan a los ingenieros los nuevos pilotos que van llegando a la categoría más importante. Es decir, lucha contra los mejores de cada época y tiene que aprender y ponerse a su nivel. Nada fácil.
Además de esa gran victoria de seguir aprendiendo habiendo sido el mejor, aporta el talento de la estrategia al que suma la experiencia que ha acumulado a lo largo de las muchas temporadas que lleva en la cúspide de MotoGP. La carrera de ayer fue un extraordinario ejemplo de lo que es Rossi.
Es una gran victoria. Tomamos la decisión correcta y comenzamos con el neumático extra duro. Cuando vi que Marc empezaba la carrera con el rojo (el duro) supe que intentaría apretar desde el inicio. Hice una gran salida pero en la primera curva Iannone me obligó a salirme hacia afuera. Paso a paso fuimos recuperando y cuando me coloqué segundo, Marc tenía algo más de cuatro segundos de ventaja. Sabia que la carrera sería larga y que él podía atravesar algunas dificultades. Recuperando vuelta a vuelta pude ver que estaba lejos pero cada vez se iba acercando un poco más. Aquello me supo muy bien. Luego, cuando lo cogí, lo adelanté en la frenada, pero él es un piloto de todo o nada, me tocó en la curva y luego me tocó otra vez cuando estaba acelerando. Creo que cometió un error y se cayó. Es una pena porque podía haber sido una batalla muy bonita entre los dos en la última vuelta. En tres carreras hemos demostrado que podemos ser competitivos en cualquier sitio y luchar por el campeonato |