No es de Rossi. No es de Márquez. ¡Os pertenece!

Se acerca la última prueba del calendario de MotoGP, con dos campeonatos por decidirse en la pista Valenciana. La corona de Moto3 parece más sencilla de asignar, si Kent no comete más errores, Moto2 llega ya decidido y, de nuevo, la emoción máxima estará en la categoría reina. Sólo siete puntos separan a los dos contendientes por el cetro de Rey, pero la tensión ha incluido a más protagonistas.

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En el pasado hemos visto cómo el colectivo de la afición motociclista nos hemos agrupado y nos hemos convertido en una sola voz al ver en otros deportes de motor que se silbaba o abucheaba a algún piloto en el podio. Nos repetíamos con orgullo “¡eso en las motos no pasa!”

Pues por algún motivo hemos visto que en algunos circuitos de todo el mundo se ha silbado a algunos pilotos. Tanto en el podio, como por haberse caído ¡Por haberse caído!

Toca mirarse el ombligo, y toca autocrítica. No una crítica destructiva, sino aquella que le permite a uno darse cuenta de la situación propia y enmendarse.

Pero, ¿enmendarnos, de qué?

Pues la verdad es que con todo lo que ha ocurrido en los últimos tiempos, no sólo en el último gran premio, el ambiente está revuelto. Pero no allí en donde debería, o podría, estarlo que es en la pista. El ambiente general del motociclismo es de crispación.

¿Cómo hemos olvidado que esos tíos se están jugando literalmente la vida? ¿En qué punto del camino hemos sido capaces de perder el respeto por esos héroes? Porque lo son, del primero al último. Y es muy preocupante que además de haber perdido la perspectiva de los riesgos que corren, también hayamos olvidado lo aprendido con lágrimas. Con lágrimas por Kato, Tomizawa, Simoncelli y muchos más de dentro y fuera de la pista, a todos les debemos algo: tenemos que saber honrar su memoria. Porque “motociclismo” es formar parte de algo muy personal, pero que es tan grande porque lo compartimos.

Quienes de verdad aman el motociclismo, más allá de los hombres y nombres que hay hoy en pista, saben que antes hubo otros igual que después serán otros.

No se recuerda que se silbase a Roberts, a Spencer cuando irrumpió y alteró el “statu quo” de la categoría. Ni a Schwantz, ni a Rainey, ni Gardner… Después llegaron Doohan y Crivillé, Biaggi, y Alberto Puig, Kocinski… Y seguimos sin abucheos ni silbidos en la memoria, no porque la afición no tuviese a sus pilotos favoritos, sino porque no se olvidaba lo que siempre ponen en juego cuando salen a pista, todos ellos.

También en esas épocas hubo pilotos predominantes que vieron llegar a otros que les quitaron su posición, sus motos y sus trofeos. Hubo campeonatos reñidos, discutidos, peleados por hombres con estilos diferentes que tan buenos fueron que se convirtieron en mitos. Tuvieron las mismas tensiones que tienen los pilotos de hoy en día, sin embargo nunca nada fue más allá de las discusiones en los boxes o de unas palabras en el paddock, los trapos sucios se lavaban en casa.

A pesar de que cada aficionado tenía su piloto favorito no significaba odiar a los que eran sus rivales deportivos, y eso es algo que debería seguir siendo así. Por supuesto que se criticaban las mismas cosas que hoy se critican puesto que la polémica siempre ha existido y siempre existirá, pero sin llevarlo más allá porque existía un respeto sincero.

Es cierto que últimamente se han dado situaciones en el campeonato que están polarizando las posiciones de la afición. No han ayudado nada las actitudes de ninguno de los pilotos involucrados, ni tampoco el tratamiento que se ha dado desde la mayoría de los medios. 

Todo ello está haciendo que el gran perjudicado sea el campeonato, que se resienta el motociclismo porque se está dando una dimensión desproporcionada a los pilotos. Y es esto lo que debemos enmendar, y debemos hacerlo entre todos porque nadie más puede hacerlo: el campeonato, los equipos, los pilotos y los medios tienen intereses, pero el motociclismo no es de ellos. El motociclismo os pertenece, y tenéis que cuidarlo.

Podríamos empezar por dejar que las luchas que tienen los pilotos en la pista, en la sala de prensa o en la parte de atrás de los boxes sea de ellos, pero no las convirtamos en nuestras. Sobre todo que no sean armas arrojadizas entre unos y otros.

Moralmente es nuestra obligación tranquilizar los ánimos, aparcar los insultos, el colgar etiquetas o el no dejar de pensar por nosotros mismos.

Así pues,  ¿qué le darás al motociclismo en Valencia?

@motor_lu

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