Se podría decir que el titular del artículo es parte de una estrategia que Dorna lleva unos años acuñando. Y es una estrategia en la que el principal objetivo es reducir los costes, limitando los desarrollos de los proyectos técnicos, ya que ese camino iba a dejar sólo a las grandes fábricas como únicas estructuras capaces de optar a las victorias. Aunque de hecho ya era así puesto que sólo Honda y Yamaha competían por las victorias. De hecho desde 2007, en que Stoner ganó con Ducati, no ha ganado el campeonato ningún piloto que no haya llevado una de esas dos marcas. Era claro que ese camino había sido el que había llevado a la puerta de salida a fábricas como Cagiva, Aprilia, Kawasaki, Suzuki… aunque algunas de ellas han regresado, como en el caso de Aprilia y Suzuki, de no haber cambiado el modelo del campeonato nos habría llevado a tener una situación dictatorial, deportivamente hablando.
Los primeros cambios fueron al introducir las CRT (Claiming Rule Team), aunque más parecían unas Superbike descafeinadas que motos de gran premio. Posteriormente se pasó a la que a la postre ha sido la fórmula que ha abierto el campeonato: las Open, que sirvieron para desarrollar el software para la ECU, y a la que todas las motos han tenido que saltar. La clave fue el otorgar las ventajas técnicas a una fábrica como Ducati, al no haber tenido ni una sola victoria en más de 3 temporadas, y después dando el golpe sobre la mesa para hacer que Honda y Yamaha abandonasen su propia electrónica. Una tarea que no era políticamente nada fácil.
Ese punto fue el que consiguió que las motos iniciasen una senda de mayor igualdad, ya que los problemas de la moto ya no se podían corregir con la electrónica como nos demuestra Honda en estas dos últimas temporadas. Las fábricas tenían auténticos ejércitos de ingenieros, desarrollando electrónica para modificar la naturaleza de las motos y enmascarar sus defectos y poder ser competitivas.
Lógicamente esos desarrollos significan dinero, mucho. En eso se puede gastar tanto dinero como se quiera imaginar, y en donde se marcaban las diferencias entre las marcas y, sobre todo, entre las oficiales y las satélite. Es conocido que tenían que pagar si querían tener las actualizaciones, y nunca al mismo tiempo que los equipos de fábrica.
No sólo Dorna ha rebajado costes, sino que ha creado una base de igualdad mayor. Otra cosa es la cantidad de ingenieros que pueda dedicar cada equipo para interpretar la información y comprender a qué y cómo afectan los cambios, y ese es un reto que están intentando acometer.
Siendo la organización consciente de que para atraer aficionados se requieren carreras disputadas y que tengan emoción, sigue su camino de potenciar a los equipos privados, y para ello dotará a cada equipo independiente con 2,2 millones de euros por temporada. Ese es el coste que, por reglamento, tendrán dos motos. Cosa que hará que la estabilidad económica en los equipos sea mucho mayor y puedan destinar los presupuestos a staff que les permita mejorar las prestaciones de los pilotos, obtener mejores resultados y también conseguir más patrocinadores. Por supuesto eso en un escenario ideal, que aunque se consiguiese hay que tener claro que se trata de un proceso que se va a alargar en el tiempo. Los resultados no son, nunca, inmediatos.
La sensación que se tiene, después de parecer que no había estabilidad en la reglamentación técnica mientras se buscaba la clave de una mayor igualdad, es que el futuro del campeonato ha iniciado un camino que puede llevarle hacia un futuro deportivamente más abierto. Esto empieza a parecerse más a las franquicias de los deportes profesionales, el espejo en el que todos los deportes-negocio deben mirarse para aprender.
@MotorluNews