Diego Lacave
@DiegoLacave
Como buen “tilkódromo” de última generación, COTA tiene una recta de atrás exuberante. Losail ya cuenta con unos añitos y es más revirado y plano, pero en Termas ya pudimos disfrutar de esas frenadas de vértigo antes de ángulos imposibles que en Austin llegan a los límites de la caricatura. Decíamos hace un par de semanas que Valentino es un problema; algo así como la cruz de una moneda que tiene una cara brillante, irrepetible, en la figura del legendario (y además, en activo, y para colmo, en la brecha) piloto de Tavullia. Por eso, la recta de atrás de este martes en MotorLuNews debe estar dedicada a Álex Rins; no sólo por haber ganado el Gran Premio de las Américas, sino por haber sido, este pasado domingo, parte de la solución. Y su principal protagonista, venciendo a Rossi. De poder a poder.
Álex dijo el jueves eso de nada es imposible y se metió la motivación en vena. Marc parecía asumir que algún día alguien le ganaría en Austin; y convocó a los demonios de la mala suerte que llegaron, el sábado, en forma de rayos y truenos. Y el domingo, de centellas que salían de una Honda que se arrastraba por el asfalto infame (habría que ver esas redes vomitando si esto se hiciera en España) del Circuito de las Américas. Y Valentino celebró dentro de su casco ese arrastrón porque, como él mismo dijo después, tenía delante de sí una bonita oportunidad.
Y entonces apareció aquella Suzuki. Con Rins encima, con su moto por la mano, preparado para jugarse las cartas de su vida con uno de los tahúres más listos que en este póker ha habido jamás. Y jugó con la maestría que se le supone, que ya se le exige; porque es uno de los llamados a agitar la coctelera de MotoGP en el futuro inmediato.
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Por el camino, en el siglo que dura un Gran Premio vimos que eso de dos pilotos dándose la mano ya no es noticia, afortunadamente: ahora lo es Suzuki y su piloto. Y, en todo caso, el dorsal retirado de Hayden, polémica (de corto recorrido) aparte. Marc siempre decía que le gusta Estados Unidos (llevaba 12 seguidas) y Rins se apresuró a decir “me gusta América”. Es el único que ha ganado aquí en las tres categorías; Márquez empezó a contar victorias a partir de Moto2. Y también tuvo palabras de adulación envenenada para su víctima en la pista. Después, los periodistas se lo contaron a Rossi “…todos dicen que has sido su ídolo de la infancia…” y Valentino aprovechó para ejercer de exorcista de “bullshit” y enseguida dijo que eso ya no se lo creía más y que ojo, porque cada vez que sale uno que dice algo así se convierte en su peor enemigo.
De todas formas, me quedo con la foto de esta recta de atrás. Porque Valentino, ése problema, siempre ha sido así de señor en la pista con todos los que le han vencido compitiendo en buena lid. Porque fue el primero en reconocer que Rins le ganó porque frenaba en los ángulos de Tilke mejor que él. Y porque, mientras tenga rivales de fuste (y Álex demostró el pasado domingo que por fin lo es) más allá de Marc Márquez y los errores que pueda cometer, su rendimiento será aún mayor; y sus éxitos aún más legendarios.
En Termas teníamos un problema, con Marc volando y solamente Valentino aguantando. Y en Austin encontramos una solución, con Márquez venciéndose a sí mismo y Rossi doblando la rodilla ante un nuevo candidato a la gloria. Y ahora, a Jerez. Relájense: por encima de cualquier otra consideración, será un Gran Premio más. Como los treinta (todos y cada uno de ellos, la carrera del siglo) que se llevan celebrados en esa tierra gaditana que me vio nacer.
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