Cuando ya han pasado algunos días del GP de Catalunya es hora de reflexionar sobre qué ocurrió y cómo ocurrió.
La carrera de la categoría de MotoGP en el GP de Catalunya prometía desde que el semáforo se apagó y los pilotos tomaron la salida. En esa arrancada pudimos ver cómo en lugar de una sola montura del Repsol Honda en posiciones delanteras, como estamos acostumbrados, teníamos a las dos y eso sí que era una sorpresa.
Jorge Lorenzo estaba intentando una de las estrategias que mejor le han funcionado en su época en Yamaha: tratar de hacer una salida de matrícula de honor y mantenerse delante el resto de la prueba.
El español ha comenzado este 2019 de la peor de las formas: adaptándose a una moto nueva a la que no se adapta, habiendo sido hasta entonces su mejor marca un insuficiente 11º puesto el GP de Francia. Pero el GP de Catalunya se antojaba diferente, parecía que el balear había hecho el click que necesitaba y por fin iba a comenzar a domar a la todopoderosa fiera que es la Honda RC213V, el GP de Catalunya podía ser el punto de inflexión.
Era demasiado bonito para ser verdad. Parecía que por fin Lorenzo había conseguido sentirse bien en la Honda por primera vez y que, en su GP de casa, frente a su afición, iba a ser la primera vez que brillara con luz propia sobre su nueva montura, pero no fue así. El 99 rebosaba ambición al verse tan cerca de la cabeza de carrera, como un recién llegado al Campeonato del Mundo de MotoGP deseando de mostrar al mundo entero lo que vale, pero la carrera no acabó con él en el podio y ni siquiera en la lista de clasificados.
Fue durante ese inicio cuando el balear volvía a sentir que era uno con su moto y que, por fin, podía pelear contra los hombres que se están jugando el mundial cuando un error en la curva diez mientras trataba de adelantar a Andrea Dovizioso hizo que Lorenzo perdiera el control de su montura y terminara por caerse. No solo hubo que lamentar la caída del mallorquín, ese error se llevó también al suelo a Dovizioso y Maverick Viñales y cuando estos ya casi estaban en el suelo Valentino Rossi no pudo esquivarlos y también se cayó, firmando así su retirada.
Tal y como apuntó Valentino al finalizar la carrera, el incidente no fue más que un desafortunado lance de carrera que truncó la de cuatro pilotos, pero no una excusa por la que haya que crucificar a Lorenzo.
Bien es cierto que la forma en la que ocurrió fue un error más propio de un piloto sin tanta experiencia como Jorge Lorenzo, pero hay que reconocer que el balear 12 años después de su llegada a MotoGP sigue teniendo la ilusión de aquel adolescente que llegó a la extinta categoría de 125cc en 2002 y eso es digno de admirar.
A pesar de que la carrera del GP de Catalunya fue un auténtico desastre para Jorge Lorenzo, la realidad es que probablemente estemos hablando del mejor fin de semana de Lorenzo con la Honda desde que debutara en el GP de Catar, puesto que a pesar de que se fue al suelo, lo hizo luchando en cabeza de carrera.
Lorenzo cometió un error, un error que probablemente pudo evitar de no haber puesto toda la carne en el asador desde el momento uno de carrera, pero al balear le pudo el ansia por demostrarse a sí mismo que está cumpliendo su último reto que no es otro que adaptarse a la Honda RC213V.
Habrá que ver si el ritmo que tuvo Lorenzo en el GP de Catalunya es un paso adelante real en la relación con su Honda o si, por el contrario, se trata de un espejismo. Para poder saberlo habrá que esperar al GP de Assen, donde el balear deberá hacer tabla rasa y volver a luchar por algo más importante que una carrera de MotoGP: la carrera por el honor de ganar en cuatro años con tres marcas distintas.