Jorge Lorenzo y cinco momentos que forjaron la leyenda del X-Fuera

Ya hace un año que despedimos a Pedrosa en el GP de la Comunitat Valenciana, donde otro año se le puso fin a la temporada del Campeonato del Mundo de MotoGP y no me esperaba que este 2019 tuviéramos que decir adiós a otro gran piloto de los que me engancharon a esta droga llamada motociclismo. Una “droga” que hace hacer locuras como no dormir en toda la noche, dejar de hacer planes con los amigos (ay mis amigos, ¡qué hartos han acabado de la gira asiática!), llorar las tragedias como si de nuestra misma familia fuesen o despedir a los “jubiletas” con el corazón encogido.

Un año más tarde la situación se repite, le toca esta vez a Jorge Lorenzo y, ¿quién le iba a decir a aquella adolescente que clamaba para que Dani Pedrosa le ganase a aquel ángel y demonio que el día de su retirada estaría emocionada y triste escribiendo estas líneas? Finalmente ha ocurrido y aquí estoy preparándome para despedirme del 99 a golpe de pluma.

Yo crecí viendo a Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo batirse en duelo circuito tras circuito y ahora miro adelante y ya solo queda el legado de ambos, que son historia del motociclismo, historia recogida en un libro que ya se ha cerrado para no volver y eso me apena. Pese a la emoción que me invade por decir adiós a Jorge Lorenzo, no quiero que eso empañe mi particular homenaje. Voy a recalcar los cinco momentos más importantes, que han forjado la leyenda del balear. Bien es cierto que una leyenda no se forja en cinco carreras, o sí, pero no es el caso de Lorenzo.

Un por fuera que marcó un antes y un después

 

El talento es algo innato en un piloto, es el trabajo y la constancia los encargados de pulir el diamante que es ese talento. Pese a que muchas veces los deportistas en general cumplen estas condiciones, la confianza no les deja avanzar o quizá creerse lo que están consiguiendo, es por ello que creo que hubo un momento en la carrera de Lorenzo, que fue crucial en este sentido y voy a contarlo.

Se trata del adelantamiento que el mallorquín realizó sobre Dani Pedrosa y Casey Stoner en el GP de Brasil en 2003, con el que consiguió su primera victoria mundialista. Se comenzó a forjar una leyenda a la vez que se definió el logo de Jorge Lorenzo, el X-Fuera, que simboliza el adelantamiento por fuera, tomándolo como una seña de identidad.

No solo fue especial por el hecho de haber sido su primer triunfo, sino también por cómo lo hizo y los pilotos a los que consiguió imponerse, que más tarde serían grandes rivales para él y dos importantes leyendas de MotoGP.

Empezando a soñar

Fue el propio Jorge Lorenzo en la rueda de prensa en que anunció su retirada el que denominó como uno de los mejores momentos de su carrera este momento: el 29 de octubre de 2006. Ese día Jorge Lorenzo se hizo con su primera corona de laureles tras quedar cuarto en la carrera del GP de la Comunitat Valenciana, en una temporada que había dominado subiendo 11 veces al podio, ocho de ellas al cajón más alto del mismo.

Tras la consecución de ese primer título, Lorenzo repitió la temporada siguiente en la categoría intermedia y volvió a coronarse, siendo su último título de categoría intermedia antes de dar el gran paso a la clase reina. El balear se hizo con sus dos mundiales de 250cc con Andrea Dovizioso como subcampeón, piloto que acabó siendo su compañero de equipo en su época en Ducati.

Diez del diez del diez

Fue un día diez para el motociclismo español en general y para Jorge Lorenzo en particular, el pentacampeón del mundo puso un redondel a ese día del calendario como uno de los momentos más felices de su vida. El balear consiguió en su tercera temporada en categoría reina su primer título de campeón del mundo.

Lo hizo tras una temporada de diez, en la que únicamente se bajó del podio en dos ocasiones y ganando ante el gran veterano: Valentino Rossi, que había marcado una época en MotoGP en general y en Yamaha en particular.

En esa tercera temporada en MotoGP, Jorge Lorenzo fue capaz de demostrar lo que ya había dejado claro: se había consagrado como uno de los pilotos top de la época y había llegado a MotoGP para demostrar que podía luchar contra los grandes y así lo hizo.

Ese día fue uno de los días más importantes para el motociclismo español porque Toni Elías había ganado el título de campeón del mundo de Moto2 y Bradley Smith se había quedado sin opciones de llevarse el de 125cc por lo que solamente podrían serlo Marc Márquez, Pol Espargaró o Nico Terol y quedaba cerrado el primer pleno español de títulos.

Un 2015 para enmarcar

Jorge Lorenzo ya no tenía que demostrar nada a nadie, era cuatro veces campeón del mundo y había batido a los más grandes de la categoría reina: su entonces archienemigo Dani Pedrosa, Casey Stoner, Valentino Rossi y Andrea Dovizioso. Pese a eso, una nueva pesadilla había llegado al Campeonato del Mundo de MotoGP para quedarse.

Marc Márquez venía de ser campeón del mundo de MotoGP en 2013 y 2014, sus dos primeras temporadas en clase reina y lo había hecho ante el propio Lorenzo. Llegó 2015 y con él el año soñado de Lorenzo.

Esa temporada todo parecía salirle bien a Yamaha y el título se decidió entre Rossi y Lorenzo, que pese a algunos errores parecía haber formado el binomio perfecto junto a su Yamaha YZR-M1. Ganó el título en el GP de Valencia, en la prueba de clausura del mundial donde ganó la carrera ante Marc Márquez. Ese día Jorge Lorenzo no solo ganó un mundial, ganó un título codiciadísimo hoy en día: ser el único piloto en ganar un mundial en la era Márquez.

Cuando Lorenzo se vistió de reto y… ¿ganó?

Otro de los momentos clave de la carrera deportiva de Jorge Lorenzo fue sin lugar a dudas cuando puso punto y final a una era: su etapa en Yamaha, donde había cumplido todos sus retos y ganado tres títulos de clase reina.

El final de esta etapa marcaba el principio de una nueva y nada fácil: pasar de una de las motos más dóciles de la parrilla como es Yamaha a quizás la más brava: la Ducati. No era una decisión sencilla porque no era un proyecto fácil.

Tardó en adaptarse, pero como cabía esperar siendo Jorge Lorenzo, lo hizo y llegó uno de los momentos más felices de su vida: el GP de Italia 2018. Tras sufrir en sus comienzos en Ducati, sobre la que ya no valía todo lo aprendido en Yamaha, Lorenzo comenzó a ganar sobre aquella fiera roja y volvió a demostrar que puede ser un campeón sobre otra moto que no fuese su Yamaha.

No ganó un sexto título y nos dejó a todos los aficionados con la miel en los labios por qué habría pasado de estar Lorenzo un tercer año sobre la Ducati a la que finalmente consiguió domar. Cabría destacar que el mallorquín acabó haciéndose con aquella bestia roja y eso ya es una gran victoria.

Gracias por todo, Jorge.

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