Una reflexión sobre el dilema que tienen los pilotos cuando les requieren que se dejen ganar por otros con el pretexto de pertenecer a la misma estructura. Sin embargo son esas mismas estructuras las que sientan las bases de que el primer rival al que hay que vencer es al compañero de colores.

Este artículo ha estado envejeciendo en barrica, como el vino (esperemos que bueno), buscando encontrar calmadas las aguas tanto de los lectores como del que escribe al respecto de las últimas dos rondas del mundial de Superbike en que los pilotos desoyeron las instrucciones que desde el box les dieron.
Sí, el desobedecer órdenes de equipo no se dio únicamente en la última ronda en Qatar sino que también en Magny Cours se vivió el mismo episodio en las filas de Aprilia. Marco Melandri era requerido en la segunda carrera a perder una plaza con su compañero de equipo, el francés Sylvain Guintoli, pero no accedió a hacerlo tal y como ya había hecho en la primera carrera.
Cierto es que la veteranía y experiencia de Melandri, así como su figura, tienen más peso específico que los que pueda haber adquirido el joven Baz, declarando cuando terminó la carrera que no podía ir regalando dobletes porque tenía patrocinadores personales por los que no podía dejarse ganar dos veces.
En este punto hay que recordar que cuando un piloto tiene que conseguir una moto, excepto los pilotos punteros, se les requiere una aportación económica que ayude a cubrir el presupuesto del equipo. Eso no es otra cosa que poner a la venta la plaza que se tiene disponible.
Esto es lo que hace más profunda la cuestión de si un piloto debe acatar, sin más, las órdenes de equipo. Porque en primer lugar los patrocinadores personales han ayudado a los pilotos a acceder a los equipos, y si consiguen ser de los que no han de aportar dinero al equipo les permite incrementar sus ingresos.
Por tanto, si esos patrocinadores personales son los que para el piloto han comprado la plaza, completando así el presupuesto necesario para el equipo, ¿a quién se debe el piloto en primer lugar?
El sencillo argumento de que sin la moto no lo conseguiría, es un argumento que puede viajar en los dos sentidos: la moto tampoco va sin el piloto, recordemos a Stoner y Ducati.
Dado este equilibrio entre moto y piloto, que Valentino se empeñó en demostrar con su paso a Yamaha, y sabiendo cómo ingresan una parte del presupuesto los equipos, no debe quedar tan claro a quién pertenece el piloto, y dónde están los intereses que tiene que defender.
Si los equipos quieren tener la decisión absoluta y última sobre qué deben hacer sus pilotos deberían cambiar su modelo de financiación, no trasladando a los pilotos la obligación de aportar sumas de dinero enormes para ellos. Pero este es otro asunto que nos ocupará más adelante ya que en la profesionalización del campeonato aún hay que corregir el enfoque de explotación de los equipos como empresas para conseguir financiación.
Si los equipos lograsen una financiación 100% propia no veríamos cambios de pilotos en pretemporada, o veríamos a equipos que apean a sus pilotos sin haber concluido la temporada (como le ha pasado a Ana Carrasco), y serían más libres de escoger a sus pilotos únicamente por razones deportivas.