Diego Lacave
@DiegoLacave
La campaña de acoso y derribo a Jorge Lorenzo es comparable, en tamaño, a la recta de atrás de Motorland Aragón. Estoy convencido de que podrían cubrirse los más de novecientos metros que recorren los pilotos de MotoGP con los artículos escritos, las declaraciones a la prensa o los tuits de algunos aventureros de la posverdad; todos ellos enfocados a un único objetivo: que el tigre herido, de una vez por todas, doble el espinazo. Por eso vengo a esta recta de atrás de MotorluNews (que compite en altura de miras y no en longitud) a lanzar, en forma de cínico consejo (no te fíes de nadie…) una recomendación general a todos aquellos que han elegido esa senda miserable: déjenlo ya, por su bien; el de ustedes.
Amo el castellano antiguo. El “suyo de usted” es uno de los recursos más románticos de la lengua de Cervantes que debería ser reivindicado a diario. Con el uso correcto del lenguaje y en el trato más clásico y amable rebatiendo al contrario, se construye un baluarte desde el que se lucha con más ventaja; porque todas las atalayas son tan buenas para la pelea como para el descanso. Es cierto que hace poco bajé a unas trincheras inmundas: lo siento pero no me arrepiento. Creo que fue necesario, entonces; pero ya no hace falta llenarse de barro: ahora el que critica a Jorge Lorenzo, simplemente se retrata a sí mismo.
Esta entrada tiene la vocación de ser atemporal. Mientras Lucio descansa de escribir la Biblia de Aragón y le da al enter de la web, cuando tuiteemos el enlace o en el momento que tú estés leyendo, puede saltar cualquier noticia. Da igual. La relación Lorenzo-HRC vive en un equilibrio inestable que se sostiene, por ahora, con el compromiso de un contrato en vigor, con el consuelo del equipo de mirar al lado ganador del box y con la paciencia de un piloto que quiere volver a ser competitivo. Pero ahora a su ritmo y no el de nadie que no sabe lo que es subirse a esa moto. Cualquier día, este equilibrio inestable puede ceder por alguna de las partes, desde luego. Pero pretender influir en una decisión que sería inédita (por negativa) en Honda a golpe de declaraciones o de su interpretación es una tarea contraproducente para quien la practique. Por inútil: la tarea y el que caiga atareado en ella.
Las más recientes declaraciones de Alberto Puig son las siguientes: “Lo negativo es que Jorge no lo está pasando bien con nuestra moto, estamos intentando ayudarle todo lo que podemos. Sabemos que es fuerte, pero desafortunadamente no ha ido como esperábamos. Debemos encontrar una solución distinta en el próximo Gran Premio”. Y yo vuelvo con mi matraca: especuladores, abstenerse; por su bien de ustedes. Nadie: ni Honda, ni la prensa, ni Twitter, ni la bruja Lola, sabe hoy lo que pasará, mañana, con Jorge Lorenzo. Ni siquiera él mismo lo sabe, diría yo; incumpliendo (especulando, o sea) mi propio mandato de esta columna de opinión.
Jorge Lorenzo, aparte de pentacampeón del mundial de los grandes premios, es joven, rico a pesar de lo que le han robado, guapo a juzgar por opiniones ajenas a mi ignorancia al respecto y, ya lo he dicho mil veces: una buena persona. Sus triunfos deportivos adquieren para mí (que he conocido y conozco a los más grandes caníbales de este negocio devenido en espectáculo) un valor metafísico especial; que me lleva a denunciar y seguir luchando contra la miseria que aflora en las almas más oscuras del paddock y los juicios sumarísimos más injustos de las redes sociales.
Se acabó el “tratamiento” protocolario: fuera el usted. Si no tienes un sentimiento puro de empatía y apoyo hacia Jorge en este momento, es mejor que te centres en otro piloto del que seas capaz de hablar bien. Porque hacerlo ahora, mal, de alguien que ha estado a punto de quedarse en silla de ruedas (como Pol Espargaró; que se merece y sí recibe el reconocimiento) por salir de la crisis con las prisas de otros, solamente le hace daño a una persona: a ti.
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