Andrea Dovizioso se enfrentó en Sepang a un objetivo mayor que el título mundial, que no es otro que pasar de ser un piloto capaz de ganar carreras a convertirse en un piloto con entidad suficiente para conseguir títulos
Tras el extraordinario fiasco vivido por Dovizioso en el circuito australiano de Phillip Island, en el que ni siquiera pudo terminar en el top10 al terminar como segunda Ducati al anotarse la 13ª plaza, el de Ducati se veía obligado a ganar la carrera que cerraba el triplete asiático.
Esa obligación se debía a que, para llegar con opciones matemáticas al último gran premio de la temporada, debía recortar 8 puntos o más a Marc Márquez. Pero el mayor reto de Andrea no era, ni es, conseguir el título de esta temporada. Algo que tiene muy complicado.
El mayor desafío que afrontaba Dovizioso trasciende la carrera de Malasia, algo que ha marcado un antes y un después.
Hasta esta carrera había conseguido 5 victorias. Desde que descorchó la primera victoria en Mugello llegaron otras 4 primeras posiciones: Catalunya, Austria, Inglaterra y Japón, pero a pesar de esas victorias y tener opciones al título la presión no era un factor para él.
Poco a poco, en una temporada extraña, de dudas que generaban los desarrollos que seguían en Yamaha y el rendimiento de la Honda de Pedrosa en condiciones de agua hacía que los aspirantes al título se fuesen quedando por el camino. Pero nunca la eliminación de ninguno de esos rivales era fruto de un pulso directo, Dovizioso no fue responsable directo de ninguna de estas bajas. Como tampoco lo ha sido Márquez.
El crecimiento
Después de haber logrado la segunda victoria de su carrera en MotoGP, la de la carrera de Mugello, venció por ritmo y estrategia en Montmeló y no fue hasta Austria, en el Redbull Ring, en donde Andrea dio su primer paso adelante.
Un extraordinario Marc Márquez se aplicó como piloto para minimizar la conocida ventaja de Ducati en un trazado tan particular como el del país de la bebida energética. Tan cerrada fue la lucha que llegó hasta la última curva: Marc se presentó como el depredador que es e intentó superar a Andrea en un punto en que sólo él sería capaz de intentarlo, pero el italiano estaba preparado para esa maniobra y tenía preparado un contraataque para vencer el primer cuerpo-a-cuerpo con el de Honda.
Esa fue la primera piedra en la construcción de la confianza en sí mismo, en su equipo y en su moto. Una edificación que siguió creciendo en Silverstone, en donde tuvo que superar a Rossi y mantener a Viñales para hacerse con la victoria.
Y llegó Japón, tras las dudas de Misano y Aragón. Y volvió la lucha hasta la última curva con Márquez, y volvió a ganar el duelo. Dovizioso dejaba de ser un piloto que podía ganar de carreras a tener opción de ganar el campeonato.
El pinchazo
Después de la carrera nipona sólo 11 puntos separaban a Márquez de Dovizioso cuando se viajó a Phillip Island, un circuito en que únicamente Stoner ha sido capaz de ser rápido con una Ducati. En un circuito en que la mejor moto de la marca italiana sólo pudo ser 11ª, se deshinchó el globo que los resultados que había conseguido el propio Andrea había conseguido crear a pesar de no haber sido señalado como uno de los aspirantes al inicio de la temporada.
Quizá fue el rendimiento de la Ducati, quizá el vértigo que sufren los pilotos al enfrentarse a la situación de que pueden perder aquello que tanto ansían. Y eso, precisamente eso a lo que se enfrentaba Dovizioso en la carrera de Sepang: pasar de ser un piloto que puede conseguir victorias, a ser un piloto que puede afrontar la presión de conseguir un resultado que le ponga en la lucha por el campeonato.
La reivindicación
Precisamente el tener afrontar la presión de levantar una situación de “todo o nada”, era una frontera que no había tenido que cruzar nunca Andrea en MotoGP (a pesar de ser campeón de 125cc en 2004), es el examen que todo profesional con aspiraciones debe afrontar en algún momento de su carrera.
Era en ese momento en el que Andrea Dovizioso tenía que significarse como piloto, capaz de soportar y superar la prisión de tener que ganar para mantener intactas sus aspiraciones al título, eso es lo que le ha hecho ascender hasta la posición de ser considerado por derecho propio a piloto con entidad suficiente para ganar un mundial, tanto por sus compañeros de profesión como por la afición.
El hecho de haber conseguido esa victoria, cuando era obligatorio conseguirla, le confiere a Dovizioso otra dimensión como piloto. Independientemente de si finalmente consigue o no la corona del campeonato del mundo en Valencia.
Ahora Andrea ha abierto la puerta, algo que deberá confirmar en temporadas venideras.
@MotorluNews