Diego Lacave
@DiegoLacave
Mugello no solamente no tiene una recta de atrás: es que la de meta es un sainete. Un rasante que, una vez al año (el fin de semana de Gran Premio) nos hiela el corazón tres días seguidos. Este martes después de cada cita de MotoGP vengo a la recta de atrás que sí tiene MotorLuNews a contar el rasante peligroso (que se puede convertir en sainete) que afronta HRC en las próximas fechas. Porque como dijo una vez un sabio, precisamente, del país del sol naciente: “si no das no pidas, si no sumas no restes; y si no apoyas no critiques”. Esta frase es carne de cañón de red social, pero además refleja la reivindicación que le está llegando a la cúpula de la fábrica del ala dorada desde el entorno (núcleo duro) de Marc Márquez. Con razón, depende. Pero desde luego, con motivos.
Jorge Lorenzo viaja a Japón y Honda paga los billetes. Presumiblemente, la visita es para ver ingenieros que busquen mejorar la moto que tiene; y no abogados (como dijo Agostini) para rescindir contratos. Este martes Motorsport nos cuenta cómo Jorge quiere trasformar la frenada de su Honda hacia los parámetros que tenía con la Ducati. Lorenzo ha conseguido en pocos días un giro en la filosofía presuntamente inamovible de HRC que yo presentaba como un problema en la previa (hace un siglo, entiéndanme siempre) del Gran Premio de Italia de MotoGP. También es un presunto giro, por ahora. Los “capos-japos” son especialistas en asentir con la cabeza mientras por dentro piensan seguir con sus planes sin contar con la opinión del piloto. Sobre todo cuando ese piloto no se reivindica, no ya con resultados; sino simplemente con el crono.
Marc Márquez lo contaba a quien le quisiera escuchar, en una época en la que era mucho más comunicativo, nada más empezar su fulgurante carrera en la Categoría Reina. Cuando le preguntabas por la atención que recibía de los japoneses de HRC decía sin complejos: “no te fíes ni un pelo; como no ganes, ni te miran a la cara”. Dos años después llegó la única temporada en la que no venció, el de Cervera. Y al volver al trono en 2016, más relajado, en la peli que Dorna le hace al campeón, contaba lo de los ingenieros de ojos rasgados diciendo que sí, que sí (ojo que Dani Pedrosa también lo decía) pero que había que entender que no, que no.
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La encrucijada en la que se ha metido HRC tiene varios caminos que se pueden convertir en auténticos desagües de la “pax marciana” que reina en el equipo de fábrica de MotoGP. Para empezar, Lorenzo vuela a Japón a por soluciones y quiere volver con, al menos, la certeza del compromiso de que va a tenerlas. Y las quiere para la moto de este año, para Montmeló si es posible y encuentran algo; además de influir sin complejos en tener una línea de desarrollo propia de cara a la montura que tenga el año que viene. Jorge ha hecho valer su crédito como maestro en la evolución de las MotoGP hacia la excelencia para todos los públicos, o sea: para cualquier clase de piloto. Pero Takeo no es Gigi y HRC es un gigante que no se parece en nada a Borgo Panigale; donde por cierto tardaron en dar con la tecla. Si Jorge no mejora sus sensaciones no mejorará su crono; y ya nadie sujetará su lengua.
Por otro lado, Marc Márquez mira de reojo y con recelo esta nueva maniobra. Desde que le preguntaron por el fichaje de Jorge dijo que sí porque dentro del mismo garaje es como mejor controlas a un rival; además de eliminar la ecuación Lorenzo-Ducati que había empezado a funcionar con solvencia. Los resultados de Mugello y Montmeló 2018 hubieran revertido la situación si el de Mallorca no hubiera conseguido que Alberto Puig le amarrara para saltar a Honda. Y en 2019 Jorge habría sido un candidato muy serio al título en ése hipotético tercer año seguido en el box rojo. Márquez sabe llevar al límite esta moto tan difícil para el resto de mortales; y cuando se señala el codo arañado de las salvadas lanza un mensaje de lo que hay que hacer para ganar con una Honda.
Pero, pero, pero. Si después de este viaje a Japón Marc se encuentra con un compañero de equipo que se siente a gusto con su moto y que saca de nuevo el martillo a pasear, saltarán chispas en HRC. Porque el de Cervera sabe que un Jorge enchufado es invencible. Y que queda mucho año y pocos puntos de ventaja en la general provisional. Márquez considera a Honda como su familia; y espera de ellos lo mismo que de su círculo más íntimo: adhesión incondicional. La ha tenido casi siempre y eso le sujeta (además de Repsol) a la fábrica de sus sueños; pero quién sabe si un giro, o varios, de los acontecimientos pueden poner en peligro el futuro del gran dominador de MotoGP. Honda conoce el interés de KTM y a la vez es consciente de la dependencia que tiene de Márquez (como le pasó con Rossi, pero más) para conquistar resultados. Con el año en curso, están haciendo algo nunca visto antes (el viaje de Jorge a Japón) con otro piloto. Ellos mismos se han metido en este charco. Veremos cómo salen de él.
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