Diego Lacave
@DiegoLacave
Después de todas las manifestaciones de onanismo literario (y alguno carnal habrá habido, también) sobre la “carrera del siglo” del fin de semana pasado, la vida de MotoGP ha vuelto al tema en el que lleva enredando desde hace un mes, a la sazón, qué va a pasar, con Daniel Pedrosa Ramal. Y con retraso, después de un martes de especulaciones que se cerró con la reacción del piloto en forma de comunicado, yo vuelvo a la recta de atrás después de cada GP a intentar arrojar información, opinión y análisis de una situación que ni siquiera sabemos si está resuelta; porque aún no tenemos un anuncio oficial de nada.
Empecemos por la situación de los equipos. Tenemos dos en crisis y uno que no existe. Después de tanto homenaje en su “rebautizo” parece que el Ángel Nieto Team está tocado de muerte por las viejas deudas de Aspar. Petronas podría salvar el nombre pero quieren hacer el proyecto propio y sin herencias. Y todo apunta a que MVDS optará por una opción B que tiene encima de la mesa y que consiste en limitar su presencia a una sola moto, que sería para Álex Márquez. Por lo tanto, parece claro que la parrilla de MotoGP se reducirá en 2019. De esas tres o cuatro plazas (si MVDS cierra del todo) salen las dos nuevas del equipo “nonnato” aún de MotoGP: El Yamaha Petronas. Y heredarían camiones, staff técnico y hasta al menos un piloto de uno de ellos: Franco Morbidelli. Y Álvaro Bautista, en la recámara. A la espera de la decisión de Dani.
Sigamos por la situación de la fábrica de Iwata. Lin Jarvis, en Jerez, estaba resignado a rendirse a una posibilidad aberrante e inédita para Yamaha: seguir en MotoGP sólo con las dos motos y del equipo de fábrica. Ni tenía dinero para montar un equipo satélite ni tenía ganas de ponerse a buscar pretendientes. Y fueron Rossi, Lorenzo y Dorna, los que revertieron esta situación. Valentino tiene un contrato (entre muchos) de colaboración que obliga a Yamaha a promocionar a los pilotos de la Academy, Jorge se estaba quedando tirado y Dorna puso en marcha un plan rescate que, en realidad, lo era para salvarle el culo, a Jarvis y a Iwata, de un ridículo monumental. El enredo de la puesta en marcha de ese nuevo equipo, con las claves expuestas en el párrafo anterior, y no las decisiones de los pilotos, es lo que está retrasando el desenlace de esta historia.
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Y llegamos a Dani Pedrosa. Él también ha hecho las cosas mal; o él y su nuevo entorno. La relación con Sete Gibernau se ha estropeado sensiblemente en las últimas semanas. Porque lo cierto es que todo este baile de sillas ha dejado a Pedrosa con el culo al aire y ni él ni quien le asesora han reaccionado adecuadamente. La llegada de Puig y la buena pretemporada de Dani debían haber sido el momento de dar el paso de buscar otras opciones. No creo que KTM hubiese fichado a Zarco si en febrero alguien les cuenta que el de Castellar está en el mercado. Pero agua pasada no mueve molino. Ahora no se trata de si Dani prescindirá de Sete; sino de si Dani seguirá en competición o no.
Y nadie sabe nada (no compren, oigan) y sobre todo, yo no pongo la mano en el fuego porque no tengamos un nuevo escenario como los jueves de Montmeló y de Assen. MotoGP se quiere ir de vacaciones con el tema resuelto, pero su poder es limitado. La pelota está en el sudoku de los equipos (el que está en crisis, el que está herido de muerte y el que no ha nacido aún) y no en la decisión de ningún piloto. Dani ya sabe que lo que le ofrece Yamaha son lentejas. Que Iwata no es HRC, que el sueldo es este y que ni Poncharal en veinte años consiguió una “pata negra”. Que si quieres las tomas y si no las dejas. Mi dólar es que el pundonor de Dani le empujará a seguir; porque sabe que se lo debe a sí mismo. Y la rabia de todo lo vertido contra él después de la bandera de cuadros del domingo, ha precipitado el comunicado del martes. Pero no se crean nada de nadie, aún: esperen. Valdrá la pena.