La carrera de Sepang de la categoría de Moto3 ha encendido a gran parte de la afición española, pero ¿con razón? ¿Hizo Miller algo nunca visto hasta la fecha? ¿Hizo algo incorrecto el piloto Australiano? Quizá para respondernos eso primero debamos hacernos algunas preguntas y reflexiones.

Lo primero para entender la situación es comprender y ser consciente de lo que hay en juego.
Esa es la clave para comprender la carrera de Miller, ejecutando movimientos que no recordábamos desde… este mismo año en Silverstone, pero los protagonistas eran Lorenzo y Márquez. De acuerdo, sólo fue una acción.
Pero también esta misma temporada hemos podido ver exactamente lo mismo entre Márquez y Iannone en Brno, pero en lugar de ser a lo largo de varias vueltas los toques entre los pilotos de MotoGP se dieron en sólo 3 curvas.
Y en Argentina, en la categoría pequeña, Fenati se llevó una victoria en que todo el mundo comentó que se sancionó de una forma bastante ligera. Cosa que demuestra dos realidades claras: la reacción del público mayoritario es elevada cuando hay un impacto; y la de los profesionales que no lo es tanto, cuantificando los castigos en una línea general coherente y muy similar.
Es cierto que las maniobras de Miller fueron duras, nadie opinará lo contrario. Pero lo que también es cierto es que nadie va a envolver en un bonito papel de regalo el título de campeón. No hay alfombras rojas hasta el trono.
Más bien es todo lo contrario, el campo de batalla enfangado, sudar y ganarte el derecho a proclamarte vencedor tiene que salir de una lucha cuerpo a cuerpo en que la armadura acabará maltrecha, sucia y llena de abolladuras. Y van a ir al campo de batalla con las armas que tienen, y las van a utilizar como puedan. Sabiendo estar a la altura de lo exigido.
De la pelea entre Miller y Márquez, hay que decir que Márquez está a la altura y sabe cuál es la situación que se está viviendo y qué es lo que persiguen. Tanto él, como Miller.
Porque “deporte” no es lo mismo que “competir”, de la misma forma que conducir una moto no es lo mismo que pilotarla.
Todos hemos admirado adelantamientos en los que el piloto que tenía el interior ha alargado la trazada en la salida para que su rival “tenga que cortar”, y además lo alabamos como un pilotaje lleno de inteligencia por la estrategia que contiene.
Y ahora recordemos que Dirección de Carrera juzga todas y cada una de las acciones de carrera de forma individual, aunque se trate de un centenar de incidencias entre los dos mismos pilotos.
Algo a subrayar para no dejarnos influir por otros deportes, en donde está tipificada esa progresividad hasta llegar a sanción.
También lanzar una invitación a desterrar la idea de similitud con la carrera por el título entre Melandri y Alzamora. Considerar que Miller trató de tirar a nadie está más allá de lo razonable o justificable, ni siquiera como teoría de la conspiración es aceptable. Porque ellos son los primeros en saber que lo que hacen conlleva un riesgo elevado y, sobre todo e incluso por encima del título, está el respeto por sus compañeros de profesión.
¿Luchar? Hasta el límite, y recordemos que los reglamentos están siempre antes de ese límite. Precisamente para disuadir. Pero si la batalla por una trazada obliga al rival a perder plazas, se hace, tal y como hizo Álex en Motorland añadiendo una muesca en su armadura.
Cada marca en sus armaduras les acerca cada vez más al título, y vencerá el que más fría tenga la cabeza para dirigir su lucha.
Valencia no sólo nos dará un nuevo campeón, nos dará un vencedor.