Hace justo una semana estrené esta sección y me gustaría explicar un poco el nombre. Si, hablaré de Márquez y Rossi, pero quiero matizar el motivo de por qué elegí este título para la sección ya que viene medianamente al caso. Se llama “el alambre del puño”. Lejos de cualquier alusión metafórica, no es más que un elemento que siempre me ha fascinado de las motos de competición y por el que le he preguntado a unos cuantos mecánicos de carreras. Como muchos ya sabréis, hay una cosa que tienen las motos de carreras pero las de calle no.
No me refiero a los slicks ni a las válvulas neumáticas, sino al alambre con el que sujetan los puños del manillar, allí donde el piloto coloca sus manos. Si, las motos de carreras siempre llevan un alambre alrededor para evitar que giren sobre si mismos y bailen o se escurran del manillar. A pesar del nivelazo tecnológico de MotoGP, las motos más rápidas del planeta también lo usan y siempre me ha sorprendido que se use un elemento tan simple, básico y barato que da una imagen tan poco profesional a los ojos inexpertos.
La respuesta que he recibido siempre ha sido la misma; es lo más eficaz. Pero sobre todo, ese alambre es muy importante, ya que un puño o manguito que gire sobre si mismo puede arruinar una carrera. Tendrá tendencia a salirse del manillar, el piloto no podrá agarrarse como es debido y en el caso del puño del acelerador, hará que el piloto no lo accione completamente o tenga que soltarlo cuando se quede sin recorrido de muñeca para poder volver a dar gas. Si has cambiado unos puños de estos en tu moto y te has ayudado con jabón, sabrás de qué te hablo. Esto convierte a ese alambre en un elemento tosco, cutre y antiestético pero muy importante. Un alambrillo que puede decidir una carrera. El caso es que me parece una gran metáfora de las carreras de MotoGP. Entre los mejores del mundo, los detalles son los que marcan la diferencia. Y en el affaire argentino hubo un detalle al que quiero dar importancia. Me refiero precisamente a la sonrisa de Rossi.
Al hacer su comparecencia el domingo ante los medios, el italiano explicó lo que ya todos hemos escuchado unas cuantas veces. Que si tenía miedo de compartir pista con Márquez, que si este ataca a las piernas con plena intencionalidad para que el rival se caiga, que si está destruyendo el motociclismo… Justo en cuanto acababa su respuesta y mientras escuchaba la siguiente pregunta, esbozaba una sonrisa como de satisfacción que me duele interpretar.
Yo no soy ningún experto en expresión corporal ni en comunicación no verbal. Sin embargo, nunca he visto a ninguna persona quejarse de una situación que le dé miedo y tenga una sonrisa en la cara. Nunca he visto a nadie quejarse de un agresor mientras sonríe. Nunca he visto a ningún amante del motociclismo sonreir mientras acusa a alguien de destruir su pasión ¿Soy solo yo o es que son cosas incompatibles? Yo me esperaba a un Valentino enfadado y lo único que pude ver fue un semblante serio mientras hablaba pero sonriente mientras escuchaba.
La expresión de su cara a mi me transmite regocijo. Una especie de satisfacción por tener la oportunidad de leerle la cartilla a su mayor rival. Y seguramente la explicación la dio el mismo Valentino, porque tardó poco en denunciar que en 2015 Márquez fue a propósito a boicotear su Mundial. Que con todos los pilotos en general es tan agresivo como para estar destruyendo el motociclismo pero además con él, se ensaña especialmente; tanto que le da miedo. ¿Le ha entrado el miedo súbitamente? Nunca lo había mencionado hasta ahora. De hecho parece algo reciente, porque el año pasado en Australia le parecía genial. Nada más terminar la carrera decía que era un juego al que no le importaba jugar y de eso hace tan solo cuatro carreras.
Lo más curioso es que Rossi tenía muchos motivos para estar enfadado y creo que cualquiera hubiera estado de acuerdo con él. Al fin y al cabo, otro piloto arruinó su carrera injustamente. Él se llevó la peor parte de una maniobra en la que no tuvo nada que ver y es totalmente comprensible que eso le enfadase. Injustamente, fue la víctima. Marc parecía un caballo desbocado en Argentina y todo el mundo hubiese estado de acuerdo en que se extralimitó el domingo. Sin embargo Rossi aprovechó para ajustar cuentas pendientes y en vez de juzgar los actos de Márquez juzgó sus intenciones y le acusó de agredir a sus rivales a propósito. Esa es la clave de la cuestión.
Si diferenciamos entre hechos e intencionalidad vemos que Marc iba muy pasado. Los hechos a mi me parecen bastante criticables. En la crónica que escribí de la carrera (la puedes leer aquí) escribí que ese día a Marc se le rompió el metro y no supo medir los huecos. Así lo vi en directo y así me sigue pareciendo ahora. Le cayeron tres sanciones, en mi opinión, bien merecidas. Cada uno tenemos nuestro criterio pero este es un deporte en el que el pellejo está en juego y está claro que la agresividad en la pista tiene que tener un límite. No me parecería mal ni siquiera que se endureciese el criterio si eso nos lleva a ver menos incidentes.
Analizar la intencionalidad de una acción es complicado. Solo quien pilota sabe al 100% lo que se propone con sus acciones, pero los hechos son los que son y están grabados en vídeo. Marc llega a la curva maldita con un diferencial de velocidad tremendo. ¡Ojo! Venía volando, marcando vueltas rápidas y sacándole más de un segundo por vuelta a los demás. Sin embargo, esto no puede justificar de ninguna manera el hecho de impactar a otros pilotos. Pero Márquez llega a la curva considerablemente más rápido que Valentino y mide fatal, no calibra. Está a mucha distancia, pero aún así se tira al interior como si hubiese un hueco que nadie más ve. Claro, visto ahora es obvio que fue un error garrafal, aunque seguro que en el momento no es fácil tomar la decisión en milésimas de segundo y con la pista repleta de parches húmedos. Pero ¿fue algo más que un error?
No sé cuantas veces he visto las imágenes. No soy capaz de apreciar ningún signo de intencionalidad. La trazada parece normal. La mirada de Marc está enfocada hacia el sentido de la curva y no hacia Rossi. Además, tras el impacto, el de Honda no acabó en el suelo de milagro. Al ver la cámara lenta se aprecia como se le descontrola la moto al impactar con la Yamaha y casi termina rascando el mono con el asfalto. En definitiva, yo no soy capaz de ver nada que me haga pensar que Márquez pudo provocar ese impacto de forma intencionada.
Hay otro motivo que me empuja a pensar que fue un suceso fortuito, fruto del exceso de ganas del español; Marc es así. ¡Ojo! Eso no justifica sus actos. Él mismo reconoció desde el primer momento que se había equivocado y que esas maniobras (no nos olvidemos de Aleix) fueron un error. Pero si él siempre ha tenido tendencia hacia esa agresividad en pista, significa que no ha impactado con Rossi porque le tenga ganas y vaya a por él, sino porque es un ansioso del gas con un talento fuera de serie que en Argentina se cegó para intentar una remontada tan espectacular como imposible. Voy a poner un ejemplo para intentar explicar esto.
Al acabar la temporada pasada, retwiteé un twit del entrañable ex piloto neozelandés Simon Crafar sobre Márquez en Valencia. Él llegaba allí con 21 puntos de ventaja sobre Dovizioso, por lo que le servía con que Dovi no ganase. Si el italiano quedaba segundo, Marc sería campeón aún sin puntuar. Y si el de Ducati ganaba, tan solo tenía que terminar entre los 11 primeros para llevarse la corona. Es decir, para Marc era una carrera de asegurar al máximo y no arriesgar nada. Ante estas circunstancias, Crafar escribió lo siguiente:
“If I remember correctly, Marc with a relatively comfy 21 point lead crashed on Friday, Saturday & then again Sunday (but saved it somehow) while fighting for a win he didn’t actually need. What does it take to beat someone like that? #Totalcommitment @MotoGP”
Lo que en la lengua de Cervantes vendría a ser:
“Si no recuerdo mal, con una cómoda ventaja de 21 puntos, Marc se ha caído el viernes, el sábado y otra vez el domingo (aunque inexplicablemente lo ha salvado) mientras luchaba por una victoria que no necesitaba. ¿Qué hace falta para vencer a alguien así? #Determinacióntotal @MotoGP”
Marc es así. De hecho la salvada de la curva 1 de Cheste da para escribir varios libros, pero lo que quiero destacar es el carácter del 93. Es lo que tradicionalmente se ha llamado un quemado. Se ciega con la posibilidad de ganar. Como le pasó en Valencia el año pasado, como le ha pasado tantas veces y como parece que le pasó el pasado domingo en Argentina. Ese hambre de victorias ha llevado al de Cervera a cometer incontables errores de pilotaje, pero también innumerables proezas. Del tuit de Crafar me quedo con la frase final ¿Qué hace falta para batir a un piloto como Márquez? Creo que Valentino también se lo ha planteado alguna vez.
Hace ocho días escribí que lo que Rossi necesitaba para la décima corona era no bajarse del podio (lo puedes leer aquí). Había otra reflexión que no hice intencionadamente, ya que quise limitarme a lo deportivo y la acción en pista. Sin embargo, debo añadir que Rossi también sabe que no puede ganarle el Mundial a Marc en pista, pero el catalán si que lo puede perder si no lo gestiona bien. Ya pasó en 2015 y parece que el italiano tomó buena nota de ello. Al igual que en Malasia aquel año, el 46 intenta desestabilizar a Marc frente a los micrófonos. No es que yo no me crea las declaraciones de Valentino el domingo, es que no se las creen voces tan autorizadas como Giacomo Agostini entre otros muchos.
Sin embargo, aquella vez le salió el tiro por la culata al italiano y ha estado esperando la ocasión para ajustarle las cuentas al de Repsol. Vio su oportunidad en Termas y no dudó en volver a intentarlo, pero se enfrenta al mejor piloto de los últimos tiempos. Veremos qué sucede esta vez, aunque es probable que su vudú vuelva a pinchar en hueso, porque hablamos de un rival que ha ganado cuatro de cinco mundiales en la categoría reina. Un chiquillo que debutó en MotoGP llevándose la corona. Un jovenzuelo que en la primera carrera (Catar 2013) luchó con Rossi de tu a tu y perdió, pero en la segunda ya consiguió la victoria, sobre Valentino y todos los demás. Un tipo que no domina los micrófonos como el italiano, pero que en pista no se amilana ni ante si mismo. Un superdotado del motociclismo que en Argentina le calzaba más de un segundo por vuelta a sus rivales, Il Dottore incluido.
Me entristece mucho que se haya vuelto a declarar la guerra en MotoGP. En el mejor de los casos, finalmente solo perderá uno de los dos. Tal vez incluso ambos. Lo mismo pasa con el triunfo. Tal vez lo consiga uno de ellos o tal vez ninguno. Puede que la prensa del corazón ya haya conseguido la victoria. El problema es que en esta guerra, como en todas, muy pocos pueden ganar pero muchos ya hemos perdido.
Si quieres leer sobre lo que os deben Márquez y Rossi, visita “La recta de atrás”
Si queres leer sobre las estrategias tras el #TermasClash
@JGonzalezGP